La cultura del emprendimiento ha emergido como una tendencia global clave para el desarrollo humano y económico. Este cambio refleja la transición del capitalismo administrativo al emprendedor, donde el emprendimiento es motor del desarrollo económico (Minniti, 2012). Localmente, el Estado apoya a los emprendedores con estrategias de fomento y financiamiento en todas las etapas del desarrollo (Schnarch, 2014). La World Design Organization (WOD) sostiene que el diseño industrial reformula problemas como oportunidades, vinculando innovación y tecnología para ofrecer ventajas competitivas (2020). El diseño se ve como un proceso multidisciplinar, esencial en todas las fases del emprendimiento, desde la creación estratégica de productos hasta la promoción y posicionamiento de la marca. Su integración en el emprendimiento es fundamental para el éxito, proporcionando herramientas cruciales en cada etapa del desarrollo empresarial (Lecuona, 2006). Gugelot (1962) destacó que el éxito en la colaboración entre diseñadores e industria depende de un método de trabajo en seis fases: información, análisis, proyecto, decisión, adaptación a la producción y construcción de maquetas. La creatividad, vista como capacidad de creación y resolución de problemas, es un pilar fundamental del diseño y la innovación, esenciales para la Investigación y Desarrollo (I+D) y la gestión del emprendimiento (Correa et al., 2019; OCDE y EUROSTAT, 2006). El pensamiento de diseño, popularizado por Tim Brown, integra la deseabilidad, viabilidad comercial y tecnológica, añadiendo valor a productos y servicios. Christopher Alexander (1964) argumentó la necesidad de métodos en el diseño debido a la creciente complejidad e información requerida. El diseño actúa como herramienta de diagnóstico, gestión y acompañamiento en emprendimientos. Este enfoque es vital para la viabilidad económica y el éxito de los proyectos, destacando la necesidad de una clara estrategia y definición de problemas (Mateo Hernández, 1972). Finalmente, el diseño debe incorporarse en diversos niveles de la cadena de valor: desde las materias primas, hasta la estrategia empresarial. La integración de metodologías de diseño en el desarrollo de emprendimientos aumenta significativamente las probabilidades de éxito, permitiendo a los emprendedores acceder a un conocimiento profundo y aplicable en sus proyectos.
The culture of entrepreneurship has emerged as a global trend crucial for human and economic development. This change reflects the transition from administrative to entrepreneurial capitalism, where entrepreneurship drives economic development (Minniti, 2012). Locally, the state supports entrepreneurs with promotion and financing strategies at all stages of development (Schnarch, 2014). The World Design Organization (WOD) argues that industrial design reframes problems as opportunities, linking innovation and technology to offer competitive advantages (2020). Design is seen as a multidisciplinary process, essential in all phases of entrepreneurship, from strategic product creation to brand promotion and positioning. Its integration into entrepreneurship is fundamental for success, providing crucial tools at every stage of business development (Lecuona, 2006). Gugelot (1962) highlighted that successful collaboration between designers and industry depends on a six-phase working method: information, analysis, project, decision, adaptation to production, and prototype construction. Creativity, seen as the ability to create and solve problems, is a fundamental pillar of design and innovation, essential for Research and Development (RD) and entrepreneurship management (Correa et al., 2019; OECD and EUROSTAT, 2006). Design thinking, popularized by Tim Brown, integrates desirability, commercial viability, and technological feasibility, adding value to products and services. Christopher Alexander (1964) argued the need for methods in design due to the increasing complexity and information required. Design acts as a tool for diagnosis, management, and support in entrepreneurship. This approach is vital for the economic viability and success of projects, highlighting the need for a clear strategy and problem definition (Mateo Hernández, 1972). Finally, design should be incorporated at various levels of the value chain: from raw materials to business strategy. The integration of design methodologies in the development of enterprises significantly increases the chances of success, allowing entrepreneurs to access deep and applicable knowledge in their projects.