Conjuntos habitacionales construidos en Argentina durante la década del 70. Estrategias proyectuales de rehabilitación bajo criterios de sustentabilidad ambiental.

Abstract

En Argentina durante la década del '70 se comenzaron a ejecutar grandes conjuntos habitacionales como respuesta al déficit residencial, las dificultades para acceder en forma regular a la vivienda, y la proliferación de villas de emergencia en las ciudades. Sin embargo, las malas políticas de atención adoptadas condujeron a una ?crítica situación de los conjuntos habitacionales, progresivamente vandalizados y degradados, demostrando que las soluciones habitacionales de los '70, constituyen hoy un problema social y urbano importante en muchos distritos? (Fernández Wagner, 2003).Luego de 40 años de evaluación de estas producciones habitacionales, se pone de manifiesto la necesidad de reevaluar los planes de vivienda social y su administración a largo plazo. Las consecuencias inesperadas para el ámbito social y urbano de estas políticas de vivienda, a raíz de la falta de planes de mantenimiento y el creciente deterioro, las constantes vandalizaciones, el colapso de las instalaciones, la falta de integración, el escaso control urbano y la precarización de las condiciones habitacionales; subrayan la importancia de un enfoque integral, que no solo aborde la mera construcción de viviendas, sino que también contemple su integración sostenible con el tejido urbano, la participación comunitaria y un plan de mantenimiento que asegure la calidad de vida de los habitantes y la preservación arquitectónica.En torno a estas problemáticas actuales de los grandes conjuntos habitacionales, es posible reconocer dos modalidades de acción: la demolición con el consecuente desalojo y reubicación de los habitantes, o la rehabilitación de la ciudad construida y las redes socioculturales existentes.Demoler implica un amplio impacto y requiere actuar con respeto hacia los habitantes y sus historias. Es posible desarrollar intervenciones capaces de rehabilitar dicho patrimonio construido sin necesidad de recurrir a demoliciones u ocupaciones sistemáticas del territorio, promoviendo el crecimiento personal y colectivo de sus habitantes. Lacaton sostiene que ?la transformación es la oportunidad de hacer mejor lo que ya existe. Derrumbar es una decisión fácil y a corto plazo. Es un desperdicio de muchas cosas: de energía, de material y de historia. Además, tiene un impacto social muy negativo.? Por tales motivos, resulta necesario adoptar nuevas medidas para la ciudad heredada y habitada, haciendo partícipe a los ciudadanos, respetando la memoria y el hábitat de sus residentes.

In Argentina during the 1970s, a series of large residential complexes began to be constructed in response to the housing deficit, difficulties in regular access to housing, and the proliferation of emergency settlements within cities. However, poor policy decisions led to a ‘critical situation’ for these housing complexes, progressively vandalized and degraded, demonstrating that the housing solutions of the '70s now constitute a significant social and urban problem in many districts” (Fernández Wagner, 2003). After 40 years of evaluating these housing developments by various authors, the need to reevaluate social housing plans and their long-term management becomes evident. The unexpected consequences for the social and urban environment resulting from inadequate maintenance plans, increasing deterioration, constant vandalism, facility collapses, lack of integration, limited urban control, and precarious living conditions underscore the importance of a comprehensive approach. This approach should not only address the mere construction of housing but also consider sustainable integration with the urban fabric, community participation in decision-making, and an effective maintenance plan to ensure residents’ quality of life and architectural preservation of the complexes. Regarding the current challenges posed by large residential complexes, two modalities of action can be recognized: demolition with subsequent eviction and relocation of residents, or rehabilitation of the existing built environment and sociocultural networks. Demolishing entails a significant impact and requires acting with respect toward the inhabitants and their family histories. It is possible to develop interventions capable of rehabilitating this built heritage without resorting to systematic demolitions or territorial occupations, promoting the personal and collective growth of its residents. Anne Lacaton asserts that ‘transformation is an opportunity to improve what already exists. Demolition is an easy and short-term decision. It wastes many things: energy, materials, and history. Moreover, it has a very negative social impact.’ For these reasons, it is necessary to adopt new measures for the inherited and inhabited city, involving citizens, respecting memory, and preserving the habitat of its residents.